viernes, 30 de julio de 2010

Navegando, disfrutando y nuevos problemas

Saludos a todos, gracias por estar ahí, realmente me ha sorprendido la acogida del blog y el número de visitantes desde todos los puntos de España y desde un número increíble de países.

Hace tiempo que no publico nada, algo más de un mes. Durante este mes, con tiempo de vacaciones incluida, he navegado bastante con mi 420, en diversas condiciones de viento, olas, tripulantes, sólo y con algunas peripecias.

Empezaré por la navegación solitaria. El 420 es un barco para 2 personas, y mi peso, sobre 80 kgs, resulta insufuciente para vientos alegres. Pero....descubrí lo difícil que es a veces encontrar tripulante. Sobre todo, alguien que no quiera un paseíto, sino salir con viento de verdad, y disfrutar del mismo modo que yo. Por supuesto, sin locuras, tampoco hablo de meter novatos con vientos fuertes, que hagan que odien la vela y pasen miedo. Otras veces, también cuesta encontrar incluso tripulantes para vientos suaves. Por eso, en un par de ocasiones, hasta ahora, no me he resistido y lo he sacado sólo. Sin problemas. Algo más lento en las viradas y trasluchadas, obviamente, por tener que controlar el foque además de la mayor, pero sin demasiado inconveniente. Para ello, fui previsor y compré un prolongador de caña algo más largo de lo necesario en un 420.

En cuanto a los problemas surgidos. Un par de ellos, fundamentalmente. El primero no demasiado preocupante, aunque nos llevó a un remojón a mi mujer y a mi. En un día de viento "alegre" y olas de 1,5 a 2 metros, no recuerdo los nudos, íbamos los dos con el cuerpo por fuera, aunque mi mujer no se descolgaba demasiado; por no largar vela y continuar con la velocidad que llevábamos, yo iba "despendolado" detrás. Sólo los dedos de los piés en la cincha, culo fuera del barco y dando espaldazos para adrizarlo, cuando.....de pronto vi mis piés en el aire y sentí mi cabeza entrando en el agua. Ella cayó también. Me quedé agarrado a la escota y sujeté el barco, consiguiendo a duras penas que no volcara. Cuando pude, por fin, estabilizarlo y aproarlo, miré detrás y vi mi mujer  a unos 10 metros, flotando entre las olas, con la cara algo descompuesta que no cuadraba con la mía, muerto de risa por la caída. Subimos a bordo y comprobé lo que ya habia intuido como causa de la caída, se había roto la cincha. Durante el proceso de reparación, ya me había fihado en que estaba deteriorada, pero lo fui dejando y finalmente no la cambié. Ya la he reparado, sustituido mejor, utilizando dos viejos cinturones de seguridad de coche.

El segundo problema sí fue preocupante. pero  lo dejaré para la próxima entrega. Saludos.