domingo, 20 de junio de 2010

Lluvia y almacenamiento del 420

Aquí estoy de nuevo. Hoy voy a comentar un problema que me ha surgido la semana pasada y con el que no contaba: la lluvia. Sí, aquí ha llovido en junio, algo bastante extraño y no contaba con ello.

Mi barco está en Puerto Sherry, en las instalaciones de la Federación andaluza de vela (http://www.fav.es/), pero al descubierto. Tiene funda de cubierta, por supuesto, pero todavía no la he reparado y su estado se asemeja al equivalente del barco antes de la reparación. Hay que cambiarle velcros y los cierres rápidos. Lo dejo bien amarrado, sobretodo por el viento, para que al entrar éste por la zona de proa, sin velcro útil, no levante la funda y haga de vela, volcando el barco.

Tras navegar el domingo pasado con un Láser, entré a ver cómo estaba tras la lluvia el 420, suponiendo que tendría algo de agua dentro por la zona de cubierta que no puede quedar bien cerrada. No tenía algo de lluvia, tenía una barbaridad. También vacié alguno de al lado, que estaba lleno. El problema es que ese agua se queda ahí, si no la sacamos, casi indefinidamente, mientras se evapora. A la larga, deteriora la fibra.

Veamos entonces los consejos para dejarlo bien almacenado:
1. Cerrar bien los velcros (en mi caso sustituirlos).
2. Los ajustes laterales, bien sujetos.
3. Amarrar también la funda pasando algún cabo bajo el casco.
4. Colocar algún palo, tubo u otro elemento bajo la funda, desde el mástil y hasta la popa. De este modo, quedará como un tejado a dos aguas, como una tienda de campaña (canadiense, no iglú).
5. Colocar algún objeto bajo el carro por la zona de proa, de modo que incline el barco hacia popa.
6. Dejar grifo central de evacuación abierto.
7. Dejar desagüe de popa abiertos.
8. Colocar algún acolchado (neumático viejo por ejemplo) bajo la popa, normalmente amarrado.

Tengo la faena a medias, de momento sólo hago los puntos 2,3,4,6 y 7, pero me tengo que centrar con el resto. El palo o tubo puede ser la botavara para los que os arriesguéis,  o no tengáis otra, que dejarla en el barco (yo me la llevo); en mi caso, tiene un tubo de pvc amarrado al mástil y la popa. (Este consejo me lo ha facilitado otro navegante, no se me ha ocurrido a mi, no asumo los derechos).

Mañana navegaré de nuevo en láser, me quedan pocos días para poder aprovecharlo (después todo será 420). Pero creo que tendré que vaciar el barco de nuevo, puesto que volvió a llover esta semana.

Saludos y buen viento!

martes, 15 de junio de 2010

Navegando 2ª ,3ª y 4ª jornadas, primeros problemas.

Retomo las pruebas de navegación. Han sido con distintas condiciones de viento. Sobre 8-10 nudos la 2ª, igual pero a  menos, bajando la tercera y de 12 a 15 nudos la cuarta. Con tres tripulantes distintos, y de distinto peso. Hay que ir probando...
En la segunda salida, el montaje es algo más rápido, pero tengo que mejorarlo. Sigue faltándome el prolongador de la caña, con lo que no podré sacar mucho el cuerpo, no deberia ser un problema con el viento que hay. Salgo con mi hijo mayor, 13 años, de proel. Viento no muy fuerte, de poniente, más o menos estable. Hay olitas, sobre 1,5 m. Siento algunos pantocazos bajo mis pies y me preocupo. Cogemos una velocidad que en principio me sorprende. Hemos salido acompañando a la flotilla de la escuela, ese día varios laser pico y un laser estándar, y vamos adelantándolos, haciendo valer nuestra mayor superficie de vela. Supongo que el casco recién pintado también ayuda. No puedo cazar demasiado porque no puedo sacar mucho el cuerpo, y el peso de mi hijo no es suficiente. Creo que es la tercera vez que navegamos juntos, antes fue en hobbie de alquiler. Vamos acercándonos a Cádiz, el barco lleva bastante velocidad y vamos cómodos, más de ceñida que través, pero no a rabiar.
Tras un rato de navegar, observo se nos está embolsando la vela hacia el mástil, se nos ha destensado el pajarín. Tiramos de él, pero no cede, ¡¡crack!! uno de los remaches de la mordaza ha saltado. Nos aproamos y entre los saltos por las olas, conseguimos tirar del puño de la vela hacia popa, y sujetar nuevamente el pajarín en la mordaza.
Camino de vuelta nos salta, se rompe el último remache de la mordaza del pajarín, dejándonos nuevamente la vela arrugada junto al mástil. Una pena, íbamos a gran velocidad. De nuevo aproados y entre pantocazos, conseguimos tensar nuevamente la vela y hacer un nudo de emergencia en el pajarín. Volvimos sin más incidencias. Nueva inspección del casco, no entra agua y se porta.
Durante la semana, me ha llegado el prolongador y atornillo la mordaza a la botavara, preparando la próxima salida, que será con un amigo. Omitiré su nombre, sólo diré que mi hijo lo ha rebautizado como "el vuelca-raqueros" porque en su primera salida, el fin de semana anterior, al minuto de que le cedieran el mando del raquero de la escuela, lo volcó ante el estupor de la monitora y resto de alumnos, (yo culpo más a la monitora que a él, pero tendrá que aguantar el choteo). Su experiencia se limita a haber volcado el susodicho. Navegando vemos que la mordaza tiene otro problema, está gastada y no muerde, anudamos directamente el pajarín. Navegamos durante casi dos horas en diferentes rumbos, finalmente nos dirigimos a Cádiz, pero el viento cae demasiado, y la mitad de la vuelta se hace muy lenta.

Al día siguiente, decido salir con mi mujer. Es por la tarde, viento del sur, de 12 a 15 nudos, olas no muy grandes, sobre 1m, pero entran grupos en un extremo de 2m. Salimos y pronto alcanzamos una velocidad divertida,  de través, los dos con el cuerpo por fuera. Se nos va acabando el bordo y describo la maniobra, aviso preparados para virar, viramos, raaaaaas, mi mujer vuela por el barco cayendo en la otra borda y quedándose encajada. Las viradas del otro día, con poco viento, eran bastante más lentas y ésta la ha sorprendido. Se sobrepone, no sin antes gritarme de todo, y cogemos el siguiente bordo. Llega la hora, aviso, virada y...resbalón y nueva caida. Magulladuras por las piernas, el gorro se le ha caido por el barco, está empapada de los rociones de las olas (aunque lleva neopreno), el cabello cae pegado sobre su cara, algo descompuesta. Me planteo, y se lo digo, llevarla a la orilla, abandonar...Pero me sorprende y se sobrepone. Eso es la vela ligera, superar un medio adverso, superarte a ti mismo, velocidad, adrenalina,... Finalmente, acabamos navegando sobre hora y media, con un viento alegre que nos permitió coger una velocidad muy divertida, con estela detrás como de fueraborda. Todo el barco ha aguantado. Perfecto, podremos ir metiéndonos en pruebas más complicadas.

jueves, 3 de junio de 2010

Navegando: 1ª jornada

Llevo cierto atraso con la publicación. Intentaré resumirlo. Lo escrito en la última entrada ocurrió un sábado. Decidí que el domingo sería el re-estreno. La previsión era de una suave brisa, unos 5 nudos, aunque de levante, con rachas de hasta 12. Ideal para la prueba. Mi idea es ir sacándolo días de poco viento e ir subiendo, para que lo que se tenga que ir rompiendo no me pille en un día complicado.

El arbolado del barco fue lento, a la poca experiencia -nunca había arbolado ni navegado con un 420- se une el hecho de que, por miedo a "los amigos de lo ajeno", procuro desmontar y llevarme todo lo desmontable, lo que obliga a montarlo de nuevo. Casi 1 hora. Tengo que reducir ese tiempo. Me acompaña mi mujer, a quien quiero aficionar a navegar, a la vela. Con vela sólo ha salido 2 ocasiones esporádicas, con hobbie de alquiler y sin mucho viento.

Voy en precario. Me falta aún el prolongador de la caña, con lo que no me puedo alejar demasiado de la misma, ni me permitirá sacar el culo por la borda. Dado el viento, no creo que haya problemas.

Barco al agua. Flota. (Por supuesto!!). Salimos de la playa asfáltica. Tenemos que dar 3 o 4 viradas en la bocana, el viento viene de levante y es justo contrario a la salida. Salimos por la bocana y ¡¡ya estamos navegando!!. De momento, todo bien. A repasar: la bajada de la orza está demasiado dura, los obenques algo flojos. Hacemos un bordito, bien, virada, bien, seguimos,...

Al rato, nos quedamos sin viento. Mi mujer me empieza a poner mala cara. Hace calor. Nos llevamos unos minutos parados. Poco a poco, empieza una ligera brisilla que nos permite retomar la navegación. De pronto, entra una racha, el barco escora, mi proel saca el cuerpo  y compensa, el barco toma buena velocidad, ahora sí le gusta. Parece que ese asunto va bien enfocado.

Tras una hora y media, volvemos a la playa. Repaso todo al llegar, no hay fisuras, no hay entradas de agua,...

Todo listo para la segunda prueba, con algo más de viento.